«Por la naturaleza subjetiva y emocional del dolor, podemos modular su percepción hasta hacerlo desaparecer. Sí, has leído bien, desaparecer.»

¿Qué es el dolor?

El dolor es un estado de percepción del sistema nervioso. Se clasifica según diferentes parámetros: agudo o sordo, localizado o generalizado, intermitente o contínuo, etc. en función de sus características.

Su función es la supervivencia, gracias a él podemos saber que algo dañino o potencialmente dañino nos está sucediendo. A priori, poder sentir dolor es algo positivo. También es verdad que algunas alteraciones fisiológica, psiológicas o emocionales pueden contribuir a que nuestro cerebro gestione el dolor de forma diferente, convirtiéndolo en una disfunción que condicione la calidad de vida del individuo sin servir realmente para nada útil. No obstante, la presencia de dolor se debe la mayoría de las veces a una situación real de potencial lesión tisular y es conveniente encontrar su causa para no agravar el problema o que se cronifique.

¿Cómo se procesa el dolor?

Para poder afrontar su tratamiento de forma eficaz es imprescindible tener un amplio conocimiento de sus vías neuroanatómicas y neurofisiológicas. Trataré de resumir a grandes rasgos las claves del proceso nociceptivo (de percepción del dolor):

  • Transducción: el estímulo doloroso se transforma en estímulo eléctrico al interactuar con el sistema nervioso. Esto se produce mediante receptores nociceptivos únicamente. El dolor no es percibido por receptores térmicos, mecánicos ni químicos, tiene sus receptores específicos que responden, según el subtipo, a diferentes naturalezas del estímulo que lo ha probocado.
  • Transmisión: propagación del impulso eléctrico hasta el sistema nervioso central.
  • Modulación: capacidad del organismo para amortiguar esa percepción dolorosa en el sistema nervioso central (aunque se ha descubierto que también hay moduladores en sistema nervioso periférico). A veces el proceso de modulación se ve alterado por otros procesos fisiológicos, psiológicos o emocionales que pueden amplificar o disminuir la señal dolorosa. Alteraciones anatómicas también pueden interferir en su percepción.
  • Percepción: creación de la experiencia subjetiva y emocional denominada dolor. Este proceso viene determinado por los tres anteriores y por factores individuales y circunstanciales.

¿Podemos controlar el dolor?

Como ya hemos dicho, la percepción dolorosa en su fase final es una experiencia subjetiva y emocional, que depende de diversos factores individuales y circunstanciales, y de las características del estímulo doloroso. Esto no quiere decir que la causa del dolor en ocasiones no exista, ni que éste sea un proceso que pueda, porque sí, inventarse. Siempre habrá personas que intenten beneficiarse de determinadas situaciones (indemnizaciones, culpas ajenas, etc.) exagerando o inventando el dolor percibido, pero no nos vamos a referir a esos casos. Como fisioterapeuta especializada en neurodesarrollo y como neurocientífica, hace años que comprendí que la percepción dolorosa es un estado de sufrimiento real. Por mucho que a veces no entendamos una situación concreta, no encontremos una causa desencadenante o que sepamos que el estado emocional está alterando la percepción dolorosa de un paciente, no hemos de caer en el error de banalizar el dolor ajeno.

Cuando existe percepción dolorosa es porque esa persona está sintiendo dolor. Lo primero que hay que hacer que hay que hacer es intentar localizar la causa y abordarla. Si esto no disminuye el dolor, entonces debemos analizar qué factores contribuyen a esa situación, ver cuáles se pueden mejorar o modular, y trabajarlos. Nunca hay que dar la espalda al dolor de un paciente, porque esto hará que su tratamiento sea mucho más complicado, alejando de nosotros su confianza y su capacidad de curación.

Pero, ¿realmente podemos controlar el dolor?

Tras ver los procesos que principalmente intervienen en la percepción dolorosa, podemos inferir algunas cosas:

  • El dolor tiene una causa más o menos específica. Es importante averiguar su origen, para poder tratarlo con eficacia. No siempre es debido a una lesión o potencial lesión tisular (cuando hay una herida, un tumor, o lesión, la causa es más evidente). Otras veces no podemos ver la lesión de tejidos pero debemos encontrar un proceso que potencialmente pueda lesionar (a veces una lesión de manguito de los rotadores duele antes de poder ser percibida mediante pruebas diagnósticas). En ocasiones la percepción dolorosa se debe a una hiperestimulación de las áreas del cerebro involucradas en el proceso, como el sistema límbico. Es importante en estos casos tener claro que esa hipersensibilidad muchas veces va acompañada de una lesión menos percibida de forma exagerada y que, tratando esa lesión menor, podemos eliminar o mejorar ese malestar.
  • El dolor tiene diferentes características. Esto hace que deba de ser analizado en cada caso concreto para ver qué factores están influyendo en su percepción, sólo de esta manera podremos tratarlo de forma eficaz.
  • El dolor es real. Si una persona percibe una situación como dolorosa, deberemos de creer siempre en ella (el que unos mientan ya debe de ser estudiado y descubierto por otros profesionales o por nosotros mismos en caso de necesidad). Sólo de esta manera conseguiremos afrontar el reto del tratamiento sin prejuicios, de forma objetiva y profesional. Así conseguiremos también contribuir a crear un clima de confianza y seguridad profesional-paciente que siempre, siempre, ayudará en el tratamiento.
  • El dolor es subjetivo y emocional, por lo tanto modulable. Esto, muchas veces se convierte en algo malo, ya que sin querer podemos amplificar, mediante el estado emocional o las circunstancias, el dolor percibido (siendo incluso ajeno a una causa de lesión o potencial lesión). Esto quiere decir que podemos “crear” dolor ante estímulos que no son de naturaleza nociceptiva. No significa que nos inventemos el dolor, significa que bajamos nuestro umbral hasta límites mínimos que hacen que cualquier estímulo se perciba como doloroso. Pero esto en realidad es bueno, ya que de la misma manera podemos invertir el efecto elevando nuestro umbral doloroso y disminuyendo esa sensación, ante un estímulo nociceptivo concreto o ante un estado de amplicación. Por lo tanto, sí que podemos modular y llegar a controlar la percepción del dolor.

¿Cómo podemos controlar el dolor?

Por la naturaleza subjetiva y emocional del dolor, podemos modular su percepción hasta hacerlo desaparecer. Sí, has leído bien, desaparecer.

Un buen ejemplo de esto, que siempre cuento a mis pacientes, es el caso de un joven que está sufriendo un infernal dolor de muelas. El chico lleva horas con un intenso dolor que no responde a los analgésicos. Parece que nada se puede hacer con su sufrimiento.. De repente suena el teléfono, molesto se dispone a atender la llamada. En cuestión de segundos, sin saber exactamente qué proceso se lleva a cabo en su sistema nervioso, el dolor desaparece por completo. Acaban de comunicarle que su padre ha sufrido un grave accidente y que ha fallecido.

Este es un caso típico con el que la gente comprende esa capacidad que tenemos de modulación del dolor. Es una situación extrema e indeseable, pero es muy esclarecedora. No hemos eliminado el agente causante del dolor, ni hemos intervenido específicamente en el proceso doloroso, ya que éste lo normal es que continúe cuando termine el bloqueo. Pero mediante mecanismos que aún se están estudiando, el chico ha conseguido bloquear el dolor de manera absoluta, haciéndolo desaparecer para procesar la nueva información que acaba de recibir.

Esto también es supervivencia, estamos hechos para afrontar el dolor en una situación determinada y poder enfrentarnos o huir. La gacela herida es capaz de alejarse corriendo para que el león no la mate, mediante un mecanismo que bloquea su percepción dolorosa y la deja en un segundo plano.

Ser conscientes de esta posibilidad es muy útil a la hora de enfrentarnos a un proceso doloroso de cualquier naturaleza. Es un procedimiento difícil, y no existe una sola manera de alcanzar el control del dolor ya que hay muchas corrientes de pensamiento e investigaciones orientadas a eso.

Si estamos interesados en profundizar sobre esta capacidad de control del dolor, es interesante informarse sobre diversos métodos y descubrir cuál es el que más nos conviene. Algunos se centran en el bloqueo mediante la relajación (muy útil en dolor con componente muscular). Otros utilizan el ejercicio como liberador de endorfinas (recomendado en el dolor crónico idiopático). Y otros confían en la comprensión del proceso como efecto modulador de la percepción dolorosa (enfermedades, duelos por pérdida que amplifican el dolor, etc.). También hay quien utiliza el pensamiento positivo y la sofrología (en el parto este método es capaz de disminuir el dolor de forma considerable), relacionándolo con una situación positiva para la persona.

Cada uno de ellos es más útil para un determinado tipo de personas y situaciones. Si tratas de controlar tu dolor mediante un método que no te es afín, es fácil que desistas y no busques nuevas fórmulas que te puedan ayudar. Muchas veces es un aprendizaje complicado y largo, pero es mejor ser prácticos y si algo no funciona buscar otra alternativa. Lo que no hay que hacer nunca es perder la esperanza.

No obstante, es importante resaltar las dificultades de controlar de forma consciente la percepción dolorosa. Es un procedimiento extremadamente útil, pero bastante desconocido en la cultura occidental. Nuestra sociedad recurre siempre a agentes externos y a medicación para aliviar el dolor, sin tener en cuenta el componente intrínseco del mismo.

Está comprobado que para enfrentarse al proceso doloroso es muy importante querer combatirlo. Para esto tenemos que recuperar la confianza en nuestra propia capacidad de control. Es un camino difícil, pero es posible. Os animo a todos los que estáis pasando por procesos dolorosos de larga duración, incapacitantes o que condicione vuestras vidas, a descubrir la increíble capacidad del ser humano para modularlo.

Es interesante contar con el apoyo de profesionales que te guíen en este proceso y utilizar todo lo beneficioso de cada método que existe para alcanzarlo.

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